"El hombre es un dios cuando sueña
y un mendigo cuando reflexiona"

Hölderlin

sábado, 11 de junio de 2011

FUGAS DEL TIEMPO

A la hospitalidad más hermosa

Se me ha colado el tiempo entre las costillas.
Antes de ayer te conocí
y creo que llevo muchos años conociéndote,
ayer me despedí de ti
y creo que llevo varios años intentado olvidarte,
esforzándome en que tu imagen desaparezca de mi mente,
que tu nombre se borre de mis labios.

Intenté no entender
a aquel señor de corazón desgastado
que, apoyado en las calles de junio,
nos hablaba del misterio que dormía
en la rosa formada por nuestras manos entretejidas.
Pero lo entendí demasiado 
y capté las señales que el universo arrojaba por su boca.

Intenté no despertarme por la mañana,
crear un nudo circular de noches trenzadas
que diesen cuenta de los años
que tu imagen lleva pesando en mi espalda.
Y tampoco lo conseguí.

Soy perseverante
e intenté después
no llegar a aquel tren que partía
de donde no quería marchar,
alargar en lo posible una aventura carente de sentido
(habito feliz en el absurdo),
mirar al sol desde tu calle
y sentirme reconocido en sus jardines,
recibir de él una respuesta afirmativa
a las semillas desprendidas de mi cuerpo,
quedarme.

Nunca me había alegrado tanto
de que una azafata me diga
–Señor, hay un error,
usted no puede subir a este tren-
pero el destino se burló de mí en esta broma
con la inestimable colaboración de RENFE 
y las computadoras
–ya sabemos cómo va esto-.
Y monté en aquel tren.

Intenté descansar en el último vagón,
dormir lo que no había dormido en los años
que pasé serpenteando tu cintura
o compartiendo saberes cósmicos
entre el vino y el gin tonic,
haciéndome consciente
de que por fin te había encontrado
cuando te quitaste los zapatos en la calle,
de que hasta las autoridades municipales
permitían la caricia en los semáforos.
Era útil y necesario,
tenía un día muy duro por delante.
Por eso no conseguí dormir ni un solo minuto.

Y mis ojeras llegaron por fin a la ciudad ruidosa,
al día ajetreado,
detrás iba yo a regañadientes.
Y llovía demasiado como para no recordar entre cristales.

En épocas de escasez nunca falla el trueque
y el tiempo se me ha colado entre las costillas
para cambiarme el pecho por un nombre
y los años por una noche,
siempre perdí en los intercambios
y ahora sudo palabras antiguas.

Se me ha colado el tiempo entre las costillas
y otra vez escribo versos a la antigua,
como hacía el día que te conocí

hace ya muchos años.



2 comentarios:

  1. Es precioso, Marcos... creo que hay una especie de oleada nostálgica por blogger porque estamos más o menos todos en las mismas.

    Me gusta mucho la imagen de que el tiempo se te cuele por las costillas.

    Por cierto, el libro con todos los finalistas ¿tú sabes cuál es? Me gustaría tener los datos de editorial o algo así para poder pedirlo!.

    Un saludo.


    Rocío.

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  2. Precioso, Marcos. Además es muy difícil escriobir tan acertadamente un poema tan extenso y por ello te felicito doblemente. Me ha encantado el broche final: ese escribir versos a la manera antigua, como cuando la conociste... Y es que hay sucesos que nunca se olvidan. Un fuertte abrazo.

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